LO PEOR DE LOS GIMNASIOS

Hasta el día de hoy pensaba que lo peor de los gimnasios eran las duchas. Me equivocaba. Hay algo mucho peor: los espejos.
Como lo oyes. Hoy he visto tíos haciendo musculitos mirándose las cachas como si se tratase de auténticas obras de arte.

He hecho los deportes más variados del mundo a lo largo de mi vida y siempre he tenido bastante repelús por el tema gimnasio, me parece que hacer deporte al aire libre es mucho mejor que hacerlo en una despensa.

Lo que más te impacta al entrar en el gimnasio es el olor. Concretamente el mal olor. Un olor que no sabes muy bien si es de sudor o de pie... hasta que compruebas que es de sudor y pie al mismo tiempo.

El personal que te encuentras en la sala de musculación responde a un subgrupo del género humano que tiene serios problemas a la hora de comprar ropa, o eso creo yo porque ninguna prenda de las que usan les viene bien. Los pantalones son como faldas de camilla y las camisetas son de tamaño Geyperman.

Entre todos los deportes que se puede hacer en el gimnasio yo me he apuntado al boxeo. Es un deporte curioso. Se pegan unas palizas bestiales gente que ni siquiera ha discutido. De forma casi mágica sueña un timbre cada tres minutos que marca una pausa y los que estaban a punto de matarse dejan automáticamente la faena. Luego te pones delante de un saco de cuero que pesa un infierno y empiezas a darle puñetazos como si se tratase del jefe de la oficina de la Agencia Tributaria.

En fín, al final, el deporte es deporte y aunque el gimnasio huela asqueroso y me pongan los pelos como escarpias los musculitos y los espejitos... la semana que viene, volveré!